La cometa
Entre los dos construimos una cometa de cuarenta centímetros, suficiente para alzarla hacía las nubes. La pinté de los colores que a mí me gustan, azul, verde y rojo. A mamá le pareció estupendo dándome un beso en la mejilla. Cuando fuimos a elevarla el viento del norte la subió hasta casi perderla de vista. Me lo pasé genial.
Cada día en el mural de casa añadimos cosas nuevas cada vez que vamos a volarla. Desde entonces mamá siempre me dice que me fije en el espejo y lo bello de los días, y al acostarme me cuenta cuentos sobre el autismo. Dice que es algo que yo tengo, que aunque sea grande como una muralla ella va a enseñarme a escalarla y subir tan alto como la cometa. Dice que me faltan alas para volar pero que hay otras formas de hacerlo, y que mi sonrisa es como la de los querubines, y que la acabará pintando en un cuadro.
Con este micro participo en el concurso sobre el autismo. Las palabras en negrita son las que debían incluirse en el micro.